TRECE PUERTAS


TRECE PUERTAS (poemario colectivo)
TAULA KABISH
Editorial Hijos del Hule
Barcelona 2004
ISBN: 84-934009-0-4


BIOGRAFÍA

Ramón Pereira nació en Barcelona, en 1980. Cursó Filosofía en la universidad de Barcelona. Sigue estudiando y trabaja de manera esporádica en cualquier burdel que se precie y pague.


POÉTICA

Cuando era pequeño al salir del colegio los viernes al atardecer, retrasaba el momento de huir de ese horrible lugar donde adormecen nuestras mentes. Una vez solo, me sentaba en el jardín, al lado de un olivo muy cansado y viejo.

Aunque nunca dijimos nada tuve la sensación que el tiempo se detenía, que había una música que no escuchamos y que anda de puntillas sobre nosotros. Me descubrí ocupando un lugar que aparentemente no existía. Por no decir el placer que sentía contemplando el largo espacio que distaba entre mí y el próximo lunes. Más tarde cuando aprendí a escribir pude repetir la experiencia ahora con palabras.

Escribir es delimitar, vallar una parcela con los dedos húmedos en el aire, es atrapar la mariposa de agua en el desierto, es dar forma a nuestros sentimientos y contarnos para leer quiénes somos o quiénes estamos siendo.

Escribir es poseer una rosa de papel, sombra de la otra rosa.

Escribir es recordar, una fotografía de lo nuestro cuando ya no estás, mirar atrás cuando aún podía abrazarte y tú me hablabas y yo te quería y te sigo queriendo.

La poesía va detrás de la vida. Siempre.

Por eso escribo…


AUTORRETRATO CON 25 AÑOS


Casi sin darnos cuenta,

como ocurre con los años

que empujan sin avisarnos

hasta darnos al encuentro,

así llego a mí con veinticinco.

Tan sólo recuerdo unos pocos

un pequeño índice,

lo que pueda ser quizás

una larga obra, llena hasta ahora

de noches, espectador de estrellas

fugaces y eternas

cuando yo

aún soy el canto.

Así empujan los años

haciéndome cada vez más oscuro

más olvido que otra cosa,

más añejo en la bodega de la memoria.

Por eso omito mi nombre

que contiene lo mío,

y mi cara y mi piel

para que cuando ellos vengan

no me encuentren,

al menos aún con vida.

ALMA METÁLICA


“Estigue-ne segurs: s’apropa el dia

que tots tindrem una ànima metàl.lica.”

M.M.P

Es un lugar,

una cárcel de fríos herrajes,

de líneas geométricas sin viento,

una tormenta completa de orden

y luz prestada;

y llevas veinte años

inmerso en otro sueño,

eterna cadena de mañanas, tardes

y festivos.

Ocho horas de ruido y silencio interior

tocando botones, moviendo cajas,

no hay poesía

no

en la fábrica no hay tiempo.

Llevas tantos años

vendiendo tu cuerpo,

para comprar otros tiempos

por esa necesidad metálica:

creer que en las cosas se esconden

espacios para tu alma vacía.

Se escucha la histérica sirena de retreta

y huyes en busca de esa pequeña tregua

corriendo como un soldado herido.

En la calle suspiras

aunque hoy preguntas por tu alma,

qué le ocurre,

por qué chirría tanto.


Te gustaría bañarla pero has olvidado

qué dulces aguas le son queridas.

Y llegas a casa

a los restos de tu vida

y no sabes qué hacer,

qué debe producir un hombre.

Finalmente, como cada noche,

te sientas en la cocina

y haces un puzzle.


ESPERANZA

a todos los héroes

Son las seis de la mañana,

el justo intervalo que me desdobla

como holograma ausente,

como los restos de un cuerpo,

tras la lenta jornada de la fábrica.

Desde lejos,

cansado y más, más viejo

contemplo la horrible arquitectura

de ese negro proxeneta

que suelta dinero, más bien poco,

maldito sea el puterío.

Enciendo el primer trócolo

y me reduzco

a un colocado y repetido sueño:

Cada día, cada mañana,

con las sobras de mi vida por delante

lo veo todo, arder todo

como última esperanza.

Es lo único de mí

que aún no he puesto en venta.


FEBRERO


Entre dos pilares de madera

de verde mustio ciprés

me estiro sobre la hierba.

Rendido

al suplicio de la vida

pienso que de aquí a un tiempo

yaceré bajo estas sombras

y creo que las malas hierbas

acaso una rosa, sean lo único

que pueda ofrecer mi cuerpo

al docto campo de la floricultura.


LA BOTA DE VINO

a RPM, por la mitad del todo

Levanto la mirada en la mañana

y me parece oscura esta habitación.

En el suelo, aplastada, la sangre de un llanto,

la bota de vino muerta que dejaste gotea.

Había una vieja bodega,

con un viejo empleado en la vieja ciudad.

A diario la llenamos, de abrazos

de charlas y de lo que sentimos al decir amor.

Me enseñaste a beber de ella,

alzarla,

abrir la boca,

y alimentarnos de sus preciadas lágrimas,

de cada una de ellas, de cada contada gota

por muy pequeña que fuera.

Hoy recuerdo aquella mañana

cuando te sentía tan lejos,

y tu mano goteaba pura sangre,

y cogiste la bota dejando resbalar

tu último hilo de color

para pasar a esa extraña y grisácea

forma de vida donde sólo me quedas.

Ay lo que en su tiempo fuera dulce,

ahora yace aguado, fósil del recuerdo

de sed y sal en la boca.

Ignoro en qué tierra

puedo buscar tu raíz, tu fruto agotado

y veo reflejada en tu sangre

que la vida era esto,

no saber de cuántos tragos disponemos.


MIRANDO ATRÁS

a los desaparecidos

Mirando, mirando atrás

en los ancianos álbumes

de nuestras fotografías

las escenas donde actuamos,

protagonistas

de algunos momentos de felicidad.

Mirando la degeneración del papel

se puede calcular

por el desvanecimiento de las imágenes

en qué época, en qué lugar fuimos

para, nunca más, volver a ser.

Mirando, mirando atrás

existe otro tiempo que no vivimos

pero que pudimos haber vivido

en compañía de los desaparecidos.

Y pensar que hubo tardes sin un abrazo,

ni una sola palabra de las tuyas,

y no pensar

hasta que es demasiado tarde.

No vimos la fragilidad de los pétalos

que desplumaban tu belleza cayendo,

mostrando la frágil llama que se apaga.

De tanto mirar para, mirando, no tenerte,

sólo en reflejos, recojo el instante

con el sigiloso acercamiento a la boca

y duele

cuán inmensamente frío

es estar sin estar contigo.


LA CAZA


En la noche de calles vacías

existen lugares donde se celebran ritos,

son los cotos sonoros de caza

donde un ancestral ritmo de fuego

nos hace recordar brillando

la pérdida de nuestras alas celestes.

Ebrios, nos dejamos

a los más básicos placeres en el azar

de unos ojos embrujados que buscan

en otra piel un reposo consumado.

Y las hembras agitan sus curvas

irradiando su caliente olor

como la presa casi muerta

llama sin quererlo a las aves de rapiña.

Y ellos vienen,

con la típica excusa del nombre

y muestran buena aptitud

para la pantomima y las artes del encanto,

como si desplegaran un bello plumaje

para captar la atención

hasta hallar el momento,

la palabra precisa que abre la cueva.

Volvemos anhelantes a la selva

a la genética llanura salvaje,

para librarnos de la esclava

magnitud del raciocinio

y darnos por completo

a la caza de carne y sangre.


ABRAZO

a Silvia

Te abrazo y la luz,

mi propia luz, se une a la tuya,

ambas proyectadas al punto fugaz

donde somos

otra forma de vida.

Juntos la luz no escapa,

es un sólo cuerpo en abrazo,

una historia, melodía circular

tu belleza oscura y mi lado blanco.

Daremos vueltas en torno a la llama

para avivarla

hasta el final de nuestro cuerpo.


EMBLEMA CONTRA EL VIENTO


Si miramos atrás,

siempre hay dos sombras

de las cuales nacemos.

Algunas de ellas poseen mucha luz,

la luz que fue dispersa,

y el amor, el deseo

o quién sabe qué inescrutable designio

concentró en nosotros su brillo.

Es una tendencia eco,

suplir la carencia en el viaje,

del cadencioso e inestable vaivén,

con las manos duplicadas de soporte.

Y aunque en nosotros existe

la opción contraria y válida

de la vida en soledad,

la necesidad de ser en otro

empuja a los más sombríos

e inhóspitos caracteres

a darse, aunque pierdan

la mitad oscura del círculo,

mitad otra de aquella luz.

En la juventud esporádica

flotamos a la deriva

de diversos y agradables frutos,

pero también de salvajes naufragios

y cuando vemos a los mayores

-juntos y esposados-

reímos pensando no caer nunca

en esa presunta prisión.

Sin saberlo,

heredamos de ellos el emblema,

y no podemos dejar de admirar el compromiso

en esa unión célebre y asombrosa

de dos almas que juntas en la carne posaron

y en la piedra posarán tras un largo fluir.

«Qué noble, como una fortaleza boscosa,

ese deseo humano de acogerse entre brazos

para ponérselo difícil al viento.

Si hemos de caer

no caeremos sólos»


LA REPETICIÓN


En la noche, como aquella vez,

en la irrecuperable primera noche,

brilla mi voz en lo más alto de la montaña,

más allá de las estrellas.

Veo en este cigarro de cáñamo

aquél que una vez hice por primera vez.

Sin haberlo encendido, veo

el mismo afán y deseo al deleite

de la sangre verde y desatada,

en mis ojos suavemente embrujados.

Y me pregunto si no ocurre igual con la vida.

Nacemos y arrojados de la esencia,

del perfume acuático del primer nocturno,

vivimos la condena, la repetición,

la cadena eternamente espiral

de no hallar los labios del adolescente beso,

o la segunda noche

en sus otros labios escondidos,

ni, tal vez, de todas aquellas cosas

lejanas y cerradas en su primera ceniza.

Arde la hierba salvaje

para volver una vez más conmigo,

para volver a casa,

la misma que jamás quisimos dejar

de allí el llanto

nuestro primer llanto

la primera nostalgia.